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Chistes de argentinos (5)




¿Sabes cuál es el mejor nombre para un argentino?
Nadie, por aquello de que 'NADIE…. es perfecto'.


Ley de gravitación universal (constatación según Alonso Quijada)



Recientemente vino a verme muy buen amigo Alonso Quijada, y tuve el placer de departir con él un buen rato.
Esta vez quiso el azar que me hiciese una de sus habituales reflexiones, entre charla y charla, y vino a contarme su particular visión de la Ley de gravitación universal.

Para aquellos que no sepan de qué va el tema, simplemente mencionar que la Ley de Gravitación Universal fue enunciada por Isaac Newton, y hace referencia a la fuerza de atracción de 2 masas en el Universo, siendo esta fuerza directamente proporcional a las masas, e inversamente proporcional a la distancia que las separa. (Dicho en román paladino, 2 cuerpos o masas se atraerán tanto más cuanto mayores sean y cuanto más cerca estén).

Hecho esta pequeña introducción, paso a relatar la particular visión que me aportó mi buen amigo Alonso sobre su constatación de la veracidad de la citada ley, demostrándola con 2 ejemplos palpables que cualquiera puede comprobar (y doy fe de que no pude rebatir sus argumentaciones).
Ciertamente sus demostraciones de la teoría parten de hechos observados en el día a día de la vida cotidiana.

Vayamos con el primero de los casos (y la verdad es que cuando me lo contó no pude evitar recordar un anuncio de televisión de no hace mucho tiempo en el que se escenificaba el ejemplo). Me contaba su experiencia, llevada al límite, que radicaba -por ejemplo- en llegar pronto a un gran centro comercial de los que hoy en día abundan y aparcar el coche en un lugar a ser posible algo alejado de la entrada, y normalmente en un sitio completamente vacío y sin coches alrededor. Su observación -me vino a decir- constataba fehacientemente que, dejado el coche en solitario en el aparcamiento en un sitio alejado, acudiendo al centro comercial y haciendo en él las compras, o simplemente dejando transcurrir un buen tiempo, a la vuelta a recoger el coche este estaría rodeado, al menos por otros 2 coches, uno a cada lado, ello incluso aunque el resto del parking estuviese completamente vacío. Evidentemente este era el caso extremo, pero hechos similares los había constatado en diferentes ocasiones.
Y mi buen amigo Alonso se preguntaba cómo era esto posible.
Es hombre él que gusta de analizar los hechos y trata de buscar explicaciones lógicas. Diole muchas vueltas al tema hasta que, no encontrando lógica alguna, cayó en la cuenta de Newton y su Ley de la Gravitación Universal, y fue en ese momento cuando se le hizo la luz.
¡Eureka! Efectivamente daba fe de que había constatado la veracidad de esta ley, pues no podría sino explicarse el hecho. En resumidas cuentas, aplicando la citada ley, su coche, aparcado en solitario, ejercía una fuerza de atracción sobre cualquier otro coche que llegase al parking que era tanto más intensa cuanto más se acercara el nuevo coche, hasta el punto de que finalmente aparcaba justo al lado.

Confieso que quedé asombrado. Yo también había observado el fenómeno y nunca caí en la cuenta de aplicar Newton.

El segundo caso también tenía su miga. 
Mi buen amigo Alonso es aficionado a caminar y tiene la suerte de que en su zona existen aceras en las que las baldosas permiten distinguir líneas longitudinales que facilitan el seguir una trayectoria recta al caminar.
Pues bien, Alonso observó que -metódico él- al caminar siguiendo una línea más o menos recta dentro de una acera podían ocurrir 2 fenómenos diferentes, uno de ellos cuando se cruzaba con otro viandante de frente, y el otro cuando intentaba adelantar a un viandante más lento.
En el primer supuesto, en muchas ocasiones, al intentar mantener la línea si esta no coincidía en la trayectoria del viandante con el que se cruzaba, este acababa desviando su trayectoria hasta hacerla coincidir con la de Alonso.
En el segundo supuesto, al ir Alonso a adelantar al viandante más lento, y por ello teniendo que cambiar de trayectoria, observaba que según se iba poniendo a la altura del adelantado, este variaba su trayectoria hasta hacerla coincidir con la de Alonso.
Es cuando Alonso, ya experimentado con el tema de los coches, llegó a la conclusión de que aquí volvía a aplicarse la ley de Newton, y los cuerpos se atraían, con lo cual había vuelto a demostrar con la experiencia que efectivamente la ley de Newton se cumplía.

Nuevamente no supe qué decir.

Llegué a la conclusión de que, efectivamente, la ley de Newton nos acecha en cada esquina.

Dichos (17)



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